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Entrevista en La nueva España

El iluminador bicentenario

Juan Gómez-Cornejo, un habitual del Palacio Valdés, ha puesto luz a casi 200 obras durante cuatro décadas: “En Avilés estoy como en casa”

Saúl FERNÁNDEZ El diseñador de iluminación manchego Juan Gómez-Cornejo (Valdepeñas, Ciudad Real, 1957) es, con casi toda seguridad, el tipo que más trabaja en la escena nacional. La penúltima vez, esta semana en el teatro Palacio Valdés, haciendo las luces de “Los hijos”, la comedia dramática de David Serrano, uno de los directores preferidos de Gómez–Cornejo, pura leyenda entre cajas aunque no se dé mucha importancia. “Cuando llego a Avilés me hago un selfie en la plaza de España y lo envío a la familia. Les digo que ya estoy en casa”, sonríe. Y es que con dos centenares de especáculos a sus espaldas, su presencia en el concejo hace tiempo que se ha hecho más que natural.

“Es imposible contarlas, pero creo que he hecho 200 obras”. Esto lo dice Gómez–Cornejo con la serenidad que otorga cuatro décadas de profesión a sus espaldas, desde la sala Olimpia hasta el teatro de la Zarzuela de Madrid, donde trabaja estos días en el diseño de una ópera basada en “Tres sombreros de copa”, la comedia de Miguel Mihura.

Gómez-Cornejo es el presidente de la Asociación de Autores de Ilu- minación. “Todos somos autodidactas porque esto no se puede estudiar en ningún sitio”, se lamenta. “En las escuelas de Arte Dramático hay enseñanzas de escenografía, pero no de iluminación”, añade con la mirada puesta en el Reino Unido y en los Estados Unidos donde el diseño de iluminación es materia lectiva. Así, con esta carencia, es normal que la huella de Gómez-Cornejo sea profunda entre los que se dedican a su disciplina por todo el país. Gómez-Cornejo es uno de los hombres más respetados del teatro nacional y un espejo en el que se miran diseñadores que iluminan después de que el manchego lo empezara a hacer.

Gómez-Cornejo dejó Valdepeñas para estudiar Magisterio en Madrid. “Lo del teatro viene de antes, de mi pueblo. En Bachillerato hacíamos teatro, pero yo quería estar fuera de escena, con las luces, con la guitarra”, recuerda. “Pero la pasión por esto me llegó en Magisterio. Estudié con la periodista Rosana Torres, con el profesor José Luis Ollero. “Así fue que entré en la sala Cadarso”, añade. La Cadarso es una sala legendaria que produjo más de un centenar de espectáculos alternativos en plena Transición. La dirigía Carlos Sánchez, que había pertenecido a “Tábano”, los de “Castañuela 70”. “Lo que hacía al principio era repartir publicidad, ser ayudante de iluminación”, cuenta Gómez-Cornejo, que atiende a LA NUEVA ESPAÑA, en el foyer del Palacio Valdés, en un receso de los trabajos previos al estreno nacional de la comedia nuclear de la semana pasada.

La Olimpia es otra sala legendaria que estuvo en manos de Gómez- Cornejo. Estaba en la plaza de Lavapiés, en Madrid. Sobre sus cimientos se ha levantado el Valle-Inclán. “Llegaban todos los grupos alternativos catalanes: ‘Els Joglars’. ‘Els Comediants’, ‘Dagoll Da- goll’…”. El iluminador Raúl Perotti fue uno de los maestros de Cornejo. Lo reconoce el manchego: “Me dio las primeras nociones de los principios de la luz”, recalca.

La carrera bicentenaria de Gómez-Cornejo le ha llevado a trabajar “con casi todos”. El predilecto, quizás, haya sido Tomaz Pandur. “Trabajamos por media Europa: en Croacia, Alemania…” Hicieron nueve montajes juntos. A Pandur, el desaparecido director de escena, le ha dedicado su instalación “Lighting for Pandur. Fragmentos del alma”, que junta escultura y luz y que no tardando mucho irá al museo del Teatro.

Gómez-Cornejo tiene claras la consideración principal que deben seguir los iluminadores (y los directores de escena): “Este trabajo no se puede hacer sin paciencia. A veces me han tocado directores que no la tienen y les digo que se tomen un descanso, que luego vuelvan y juzguen. Y si hay que cambiar algo, pues se cambia”, determina. Gómez-Cornejo, que lleva más de cuatro décadas iluminando, dice con claridad que “la luz es el vehículo de las emociones entre el escena- rio y los espectadores”